JUEGOS DE ANTAÑO INOLVIDABLESEl 2020 está aquí y nos damos cuenta que la mayor parte del tiempo es robada por los móviles, las redes sociales, las nuevas tecnologías, videoconsolas como la PS4, Netflix y muchos contenidos digitales con los cuales entretenernos. Además, la mayor parte del tiempo lo pasamos solos o sin ningún acompañamiento gratificante. Entonces, ¿hemos olvidado ya como los mejores juegos de mesa clásicos han marcado nuestras infancias?

Mientras que antaño solíamos rodearnos de la compañía de nuestras personas más cercanas como padres, abuelos, numerosos primos, familiares, amigos y vecinos del barrio que querían pasar un rato divertido. Resulta ser que ahora estos modos de entretenerse han ido pasando a segundo plano o directamente van quedando olvidados debido a la sociedad en la que crecemos y nos educamos.

Y así sin más hemos ido perdiendo valores y principios que en nuestra niñez lo eran todo. ¿No recuerdas como compartías un juego de mesa de la OCA? Y ¿cómo cantábamos de oca en oca tiro porque me toca y nos echábamos unas risas con nuestros padres?

Quizás al hablar de los mejores juegos clásicos de infancia lo que te vino en mente es la tensión de intentar ganarle a nuestros hermanos en un PARCHíS. A ver quién sacaba más dobles para avanzar y llegar de primeros. Y esa rabia que nos llevaba a jugar una partida y otra hasta ser ganador. Puede ser que hasta alguno acabase montando una pataleta porque había perdido.

Otro recuerdo es cuando simplemente observábamos a nuestro abuelo jugar al DOMINÓ como si fuese el detective más experto en la resolución de un caso especialmente peliagudo. O las ocasiones en que nos daba una lección a las damas chinas desarrollando su súper estrategia para llegar primero a la cima del tablero.

O cuando de más grandes descubrimos ese fascinante juego de estrategia que es LOS COLONOS DE CATÁN. Un juego de tablero clásico que a todos nos dejó deslumbrados. Y luego de descubrirlo se nos coló un ansia que nos pedía que se celebrase lo más pronto posible la siguiente reunión familiar para volver a jugar y mejorar nuestra táctica para construir todavía más.

Y cuando llegamos a la adolescencia y ya sabíamos contar del 1 al 100 sin dudar pudimos poner en práctica nuestras dotes de matemáticos y de brillantes estrategas con el MONOPOLY. Ese exquisito juego donde te permitía ganar dinero de una manera muy divertida, tener unos cuantos billeticos de quinientos con los que presumir ante los otros jugadores, comprar propiedades con prestigiosos nombres y cobrar alquileres en cifras de unos cuantos ceros. ¡Qué tiempos aquellos! ¿verdad?

Además, en aquella época aprendimos que esos pasatiempos geniales se podían desarrollar en cualquier centro para reunión de jóvenes o hasta en bares. Nos referimos a juegos de mesa tan antiguos pero a la vez tan sencillos de llevar encima como las cartas con las que nos aprendimos juegos famosos y divertidos como la BRISCA, la TUTE o EL CAPITALISTA. Las horas parecían volar cuando tratábamos de conseguir ser siempre los vencedores y volver a repetir la victoria con algún truco todavía más ingenioso. Bueno, quizás nuestra motivación a veces era simplemente no acabar en el último puesto y raspar un poquito el sabor del triunfo.

O esas largas tardes de verano en que ya tostados por el sol, uníamos las toallas de todos los primos o amigos que habíamos ido a la playa y empezábamos una partida del UNO. Luego, éramos incapaces de despegarnos de las cartas y de la adrenalina que nos producía poder tirar una carta de +4coges y sentir que nos acercábamos a la victoria. Y ¡jolín, cuando uno no se acordaba de decir UNO cuándo tenía una sola carta en la mano!

¡Rescátalos del olvido! O da un paso más y ¡descubre los grandes juegos de antaño que han endulzado la niñez de muchos y muchas!